Hoy te espero aquí, entre cada carta que dejaste antes de partir.
He de decirte que la tinta se emborrona, no se si son las lágrimas o la lluvia que no cesa desde que te vio salir.
Tu taza de café está en la mesa, como cada mañana, por si un día de estos al despertar recuerdas mi olor y sin fingir tus pasos se dirigen hacia mí.
Todavía te pongo el plato - tonta de mi - pensé que algún día regresarías por mi.
Ya no existen pijamas, no tengo a nadie que me abra la cama, que su juego favorito sea desvestirme para manejarme, seducirme...
Cada noche pienso en cómo te pedí partir, si ahora soy yo la que necesita recorrerte a ti.
Si quieres esta noche volvemos a fingir,
que nos queremos hasta el amanecer,
que las caricias no son por placer,
pero no esperes más, ya no habrá café.